sábado, 27 de febrero de 2010

Convertirse es ...


Convertirse es mirar

Convertirse es mirar en otra dirección, más allá, más lejos, más profundo.

Convierte mi mirada, Señor:



  • para que sepa ver el amor escondido;

  • para que descubra las heridas de quienes me rodean, y quiera curarlas;

  • para que vea más problemas reales y menos figurados;

  • para que perciba las lágrimas ajenas;

  • para que mire al mundo como es y lo ame y me deje amar, y encuentre un día que soy parte de algo grande.

  • Transforma mi mirada, Señor, para que intuya las posibilidades de paz, de concordia, de justicia, de amor.

  • Convierte mi mirada, Señor.

Convertirse es comprometerse
Convertirse es comprometerse un poco más, un poco mejor...


Hazme alguien comprometido con mi mundo, Señor.



  • Dame una causa, mil causas, por las que luchar, trabajar, soñar, esforzarme.

  • Dame coraje para perseverar cuando el camino se haga difícil.

  • Dame paciencia para sobrellevar los obstáculos sin rendirme.

  • Dame ilusión para seguir creyendo cuando me quede sin apoyos.

  • Dame fuerza para complicarme en batallas buenas.

  • Dame manos para acariciar, pies para caminar, palabra para cantar, siempre a favor de un mundo bueno.

  • Hazme alguien comprometido con mi mundo, Señor.

Convertirse es creer...


Convertirse es creer en mí, en ti, en las posibilidades.


Dame fe, Señor.



  • Fe en las posibilidades de una creación, que, aun rota, sigue siendo tu mundo.

  • Fe en que los seres humanos somos capaces de algo verdaderamente grande, pese a todo lo que hoy nos vuelve escépticos.

  • Dame fe, Señor, en que, a pesar de lo frágiles que somos, sin embargo tu fuerza puede manifestarse en nosotros.

  • Ayúdame a creer en el ser humano, a pesar de los escenarios de miseria, destrucción, odio, capacidad para seguir soñando, y creer que el futuro puede ser bueno...

El secreto de San Francisco