Esperanza: una magnífica utopía
Francisco propone una comunidad humana utópica fundada en la hermandad entre iguales sin propiedad privada y regida por una autoridad emanada de la comunidad de pares: todos participan y deciden; en la hermandad no hay clases sociales, poder autoritario ni apropiación egoísta.
La autoridad originada en la fraternidad está ausente de privilegios y se realiza a través del ministerio y el servicio, donde los hermanos obedecen unos a los otros a través de la hermandad en mutua interdependencia fraterna. El poder es amor y servicio.
Por ello todos son libres sin derechos sobre nada y sobre nadie, sin dueños ni patrones, y sin las ataduras de la riqueza y el poder. Los bienes naturales y culturales se encuentran al alcance de todos sin que medie propiedad ni dominio.
La pobreza es una renuncia a la posesión y una declaración de libertad y poder que permite usufructuar de los bienes materiales y culturales en función de la vida; la pobreza es condición para la libertad sin ataduras, dependencias ni la violencia que trae la defensa de la riqueza; los bienes son para su usufructo no para el dominio.
Por ello el trabajo dignifica como condición para la realización personal, es un fin en sí mismo y no un medio para la apropiación privada de bienes; los trabajos deben ser ejecutados por todos debido a que la división del trabajo separa y distancia, incluido el trabajo intelectual y el estudio.
Una de las condiciones pedagógicas para la reproducción de la vida social es el ejemplo y el testimonio personal mediante el cual todos muestran la adhesión a estos principios a través de la vida misma sin recurrir a los argumentos y la ley.
La organización social es horizontal entre pares y la distribución de funciones directivas es rotatoria, con carácter de servicio y no exenta de la realización de los oficios comunes; en la sociedad el regulador es la necesidad y no la propiedad.
Prima la condición de dignidad a tal punto que es dado desobedecer si el mandato de la autoridad va en contravía de los presupuestos sobre los que se funda la convivencia y la sana vida personal; hay libertad para que cada quien desarrolle su personalidad individual y comunitaria bajo la norma es: obra según el espíritu te inspire.
El cuerpo es el lugar del pecado y como tal debe ser sometido a una tal templanza que distancie de los apetitos.
Este Reino se construye aquí y ahora no sólo está por venir; su realidad construida con el ejemplo y su inminencia, hacen de la Esperanza una virtud que llena de regocijo a los habitantes de esta magnífica Utopía.